El
pasado 16 de julio, festividad de la Virgen del Carmen, se celebró también el
octavo centenario de la batalla de Las Navas de Tolosa, que tuvo lugar el 16 de julio de 1212.
Esta batalla, decisiva en
la Historia de España, fue un duro golpe de los cristianos a los musulmanes. Castellanos,
aragoneses y navarros dejaron atrás sus rencillas para unirse frente a las
tropas de la Media Luna que capitaneaba Muhammad
An-Nasir, más conocido por los cristianos como Miramamolín. El califa almohade
había reunido un poderoso ejército de 200.000 hombres, con la intención de expulsar
de la península a los reinos cristianos y completar así la obra que su padre
inició años atrás en la batalla
de Alarcos.
El
rey Alfonso VIII de Castilla nunca olvidó la derrota sufrida en 1195,
con la pérdida del castillo de
Salvatierra, lo que suponía la amenaza musulmana sobre Toledo. Ante esto,
solicitó la ayuda del Papa Inocencio III, que llamó a la cruzada contra los
musulmanes, y logró que Pedro II
de Aragón y Sancho VII El Fuerte
de Navarra le ayudaran en su ataque. Faltó a la cita del Papa el rey de León
Alfonso IX, pero sí acudieron a la misma sus caballeros.
Los
días 14 y 15 de julio de 1212 estaban dispuestos más de 100.000 musulmanes en
el campo de batalla, dirigidos por el califa, y unos 70.000 cristianos, entre
castellanos, aragoneses, navarros, portugueses, cruzados franceses, además de
maestros del Temple y de San Juan.
Murieron
en la batalla 20.000 árabes y 12.000 cristianos. Fue una de las batallas más
sangrientas y más trascendentes de la Edad Media.
El
ejército cristiano se había ido reuniendo durante el verano de 1212 y avanzó
hacia el sur al encuentro de las huestes almohades, que les doblaban en número.
Cuenta la tradición que un pastor
guió a los cristianos en su paso por Despeñaperros para así poder atacar a los moros por
la espalda. Llegó a las Navas, a cuatro kilómetros de lo que hoy es Santa
Elena, el viernes 13 de julio y después de dos días de escaramuzas, los
cristianos decidieron atacar. Los musulmanes intentaron repetir la estrategia
que tan buenos resultados les había dado en Alarcos, simulando una retirada
para contraatacar con sus mejores soldados después. Los cristianos se lo
esperaban y la segunda línea de combate estaba preparada, pero no era suficiente
para hacer frente al ejército almohade.
En
ese decisivo momento, los tres reyes cristianos al frente de sus hombres se
lanzan a la batalla en una carga que resultó imparable. El rey Sancho VII de Navarra, con los
doscientos caballeros navarros se dirigieron directamente hacia la tienda roja
de Al-Nasir, guardada por la Guardia Negra, que se enterraban en el suelo y se
anclaban con grandes cadenas, para luchar o morir. Según la tradición, Sancho
VII el Fuerte rompió esas cadenas, que se incorporarían después al escudo de Navarra junto a la esmeralda del turbante del
califa, que logró huir a Jaén. Miramamolín moriría un año después de la
derrota. El empuje cristiano fue ya imparable.
Con
la victoria de las Navas de Tolosa quedó instituida en la diócesis de Toledo la
fiesta del “Triunfo de la Cruz”, que el 30 de diciembre de 1573 el Papa
Gregorio XIII mando celebrar en todos los Reinos de España y en el Nuevo Mundo.
Esta
fiesta siempre ha sido muy celebrada en nuestro entorno: advocación del templo
parroquial de Santa Cruz del Retamar, fiestas del Cristo de la Caridad de La
Puebla de Montalbán, y también las fiestas del Cristo de la Caridad de Santa
Olalla.
En
esta última Villa, y con motivo del VIII centenario de la batalla de Las Navas
de Tolosa, germen de las fiestas del Cristo de la Caridad, se ha publicado un
libro sobre el origen de la fiesta, la imagen del Cristo y la devoción que los
santaolalleros profesan por esta singular talla, que vino desde Nueva España,
como también lo hizo nuestro querido Cristo de la Sangre de Torrijos.
Su
autor, Josué López Muñoz, ha querido recopilar en esta obra todas las
historias, noticias y anécdotas de la devoción a esta imagen, su patrimonio
cofrade, las fiestas populares, etc. dotando a sus páginas de lenguaje sencillo
aunque sin perder la rigurosidad histórica.
Muchas felicidades por esta nueva publicación que viene a "engordar" la rica biblioteca histórica de Santa Olalla en particular y de nuestra comarca en general; un paso más para que nuestra Historia más cercana no se pierda en el olvido.