Fecha fundacional: 15 de Mayo de 1711.
Es la siguiente hermandad por antigüedad en la Semana Santa torrijeña.
Fueron sus fundadores los vecinos de Torrijos D. Juan Carrillo y D. Isidro Pérez del Moral, siendo su primer capellán el Ldo. D. Juan Pérez del Moral, hermano del anterior. La hermandad se puso bajo la advocación de “Cofradía de Esclavos y Esclavas del Santísimo Cristo de la Sangre”.
Siempre ha tenido su sede en la capilla del Hospital de la Santísima Trinidad y estuvo vinculada, inicialmente, a la “Santa Hermandad y Cofradía de la Preciosa Sangre de Nuestro Maestro y Redentor Jesucristo”.
La imagen titular del Santísimo Cristo de la Sangre, que se veneraba en la Capilla de los Cebreros (en la actualidad de Ntra. Sra. de la Soledad) antes de su ubicación definitiva en el camarín barroco del siglo XVIII, procede de Michoacán (Nueva España-México). Fue donada por el torrijeño Francisco de Cebreros a la citada cofradía con sede en el hospital fundado por doña Teresa Enríquez.
Además de su fiesta principal, el 19 de mayo, la celebración religiosa de mayor relieve era la del Jueves Santo. Todos los hermanos, a toque de campana, tenían la ineludible obligación de asistir a la capilla del Santísimo Cristo para confesar y escuchar una plática preparatoria para la Comunión. Después, con la imagen del Cristo al frente, marchaban todos en procesión hasta la iglesia parroquial de San Gil, donde era oficiada una misa rezada en la que recibían la Sagrada Comunión. “Y acabada, volverán con dicho estandarte y crucifixo al dicho hospital” (Cap. 23º).
Muestra del espíritu de caridad y arrepentimiento propio de estas fiestas penitenciales son las recomendaciones contenidas en el capítulo 24º: “Ytem. ordenamos y mandamos que si algunos de nuestros hermanos estuvieren enemistados, que el Rector y Oficiales tengan cuidado de los hacer amigos, porque no es justo que para este santo día haya alguno que esté en pecado mortal...”.
La solemne procesión conocida como “La Disciplina” tenía lugar por la noche. Al igual que por la mañana, el estandarte y la imagen del Cristo de la Sangre salían en procesión por las calles de Torrijos. Se rogaba encarecidamente a todos los hermanos que, además de ir en la procesión con las correspondientes túnicas blancas y velas encendidas, dieran muestras de dolor, y lo hicieran con el mayor orden posible. Les deberían dar “las doce de la noche en el camino” para que ganaran las indulgencias de esa noche.
Al día siguiente, Viernes Santo, después del sermón de la Soledad de Nuestra Señora, procesionaba la hermandad con las imágenes del Santo Sepulcro y Nuestra Señora de la Soledad. Era la Procesión del Silencio por antonomasia, en la que no se admitían los excesos disciplinarios del día anterior.
Es la siguiente hermandad por antigüedad en la Semana Santa torrijeña.
Fueron sus fundadores los vecinos de Torrijos D. Juan Carrillo y D. Isidro Pérez del Moral, siendo su primer capellán el Ldo. D. Juan Pérez del Moral, hermano del anterior. La hermandad se puso bajo la advocación de “Cofradía de Esclavos y Esclavas del Santísimo Cristo de la Sangre”.
Siempre ha tenido su sede en la capilla del Hospital de la Santísima Trinidad y estuvo vinculada, inicialmente, a la “Santa Hermandad y Cofradía de la Preciosa Sangre de Nuestro Maestro y Redentor Jesucristo”.
La imagen titular del Santísimo Cristo de la Sangre, que se veneraba en la Capilla de los Cebreros (en la actualidad de Ntra. Sra. de la Soledad) antes de su ubicación definitiva en el camarín barroco del siglo XVIII, procede de Michoacán (Nueva España-México). Fue donada por el torrijeño Francisco de Cebreros a la citada cofradía con sede en el hospital fundado por doña Teresa Enríquez.
Además de su fiesta principal, el 19 de mayo, la celebración religiosa de mayor relieve era la del Jueves Santo. Todos los hermanos, a toque de campana, tenían la ineludible obligación de asistir a la capilla del Santísimo Cristo para confesar y escuchar una plática preparatoria para la Comunión. Después, con la imagen del Cristo al frente, marchaban todos en procesión hasta la iglesia parroquial de San Gil, donde era oficiada una misa rezada en la que recibían la Sagrada Comunión. “Y acabada, volverán con dicho estandarte y crucifixo al dicho hospital” (Cap. 23º).
Muestra del espíritu de caridad y arrepentimiento propio de estas fiestas penitenciales son las recomendaciones contenidas en el capítulo 24º: “Ytem. ordenamos y mandamos que si algunos de nuestros hermanos estuvieren enemistados, que el Rector y Oficiales tengan cuidado de los hacer amigos, porque no es justo que para este santo día haya alguno que esté en pecado mortal...”.
La solemne procesión conocida como “La Disciplina” tenía lugar por la noche. Al igual que por la mañana, el estandarte y la imagen del Cristo de la Sangre salían en procesión por las calles de Torrijos. Se rogaba encarecidamente a todos los hermanos que, además de ir en la procesión con las correspondientes túnicas blancas y velas encendidas, dieran muestras de dolor, y lo hicieran con el mayor orden posible. Les deberían dar “las doce de la noche en el camino” para que ganaran las indulgencias de esa noche.
Al día siguiente, Viernes Santo, después del sermón de la Soledad de Nuestra Señora, procesionaba la hermandad con las imágenes del Santo Sepulcro y Nuestra Señora de la Soledad. Era la Procesión del Silencio por antonomasia, en la que no se admitían los excesos disciplinarios del día anterior.
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