martes, 25 de mayo de 2010

EL SEÑOR DE LA PRECIOSA SANGRE DE YURIRIA (MÉXICO)


Yuriria se encuentra en México, ubicado en el suroeste del estado de Guanajuato, con gran importancia tanto por su localización como por su historia. Se encuentra a aproximadamente hora y media de la ciudad de León.

El nombre primitivo de la ciudad era Yuririapúndaro, que en purépecha es Iurhirio y significa “Lugar de sangre“, después fue llamado Yuririhapúndaro y posteriormente se le dio el nombre que conocemos hasta nuestros días que es el de Yuriria.

Se dice que este lugar estuvo ubicado dentro de los límites de “La Gran Chichimeca del siglo XVI” y de acuerdo a las crónicas fue fundada por el cacique chichimeca Xolotl. En 1535 llego a este lugar el misionero Fray Alonso de Alvarado quien inicio con la catequización de la comunidad; posteriormente, el 12 de Febrero de 1540 Fray Pedro de Olmos bendijo la fundación española de Yuririhapúndaro.

El 6 de Julio de 1852 se le asigna la categoría de Villa para posteriormente, el 1 de Enero de 1914 se le expide el decreto por el que se le declara ciudad.

En la Parroquia de la Preciosa Sangre de Cristo, la cual descubrí hace algún tiempo, se encuentra un Cristo Crucificado de tamaño natural y de color negro, el cual es muy venerado en esta zona.

Cuenta la tradición local que este crucifijo de la Preciosa Sangre de Cristo es una copia admirable de nuestro Santísimo Cristo de la Sangre que, con el mismo título, llegó a la Villa de Torrijos desde aquellas tierras. Esta imagen negra fue un regalo del torrijeño Fray Alonso de la Fuente allá por el año de 1646.

Desde entonces permaneció este Cristo Negro en su primitiva ermita, situada en el mismo Barrio de Taretan y hoy ya desaparecida.

Posteriormente le dedicaron su actual Templo, el cual inicio su construcción el 24 de Noviembre de 1884 y abrió sus puertas el 3o de Diciembre de 1900.

domingo, 16 de mayo de 2010

II ENCUENTRO DE PROMOCIÓN TURÍSTICA DE LA COMARCA DE TORRIJOS


El próximo viernes 21 de mayo a las 20:30 horas, en la Casa de la Cultura de Santa Olalla tendrá lugar la inauguración del II Encuentro de Promoción Turística de la Comarca de Torrijos.

En dicho acto tendrá lugar la presentación del libro titulado “La Comarca de Torrijos durante la Guerra de la Independencia”, editado por el Instituto de Estudios Comarcales “Señoríos de Entre-Ríos” que esperamos, una vez más, sea acogido con gran interés por los lectores interesados en conocer los acontecimientos históricos relativos a Torrijos y los pueblos de la Comarca durante aquella guerra que marcó el inicio de la Edad Contemporánea Española.

Participan de este proyecto gran cantidad de pueblos de nuestro entorno (46) entre los que destacan Gerindote, La Puebla de Montalbán, Torrijos, Fuensalida, Alcabón, Val de Santo Domingo, Carmena, Huecas, Maqueda, Santa Olalla, Escalona, Almorox, Carriches, Domingo Pérez, etc. con sus respectivos artículos, donde se relatan los principales acontecimientos acaecidos en estos años.

También se hace una pequeña introducción a la época en que tiene lugar la Guerra de la Independencia, y el marco histórico y socio cultural de la Comarca desde finales del siglo XVIII.

Como colofón, a este “trabajo coral”, se dedica un último capítulo a las leyendas y tradiciones, bajo el título “Entre la ficción y la leyenda”, en el que se recogen relatos interesantísimos, como la historia de Petra Corral, la doncella de Alcabón; la leyenda de Aristóbula de Val de Santo Domingo o la torrijeña piedra de los Franceses.

Además de la presentación del libro tendrán lugar la proyección de documentales relativos a los pueblos de la Comarca y una exposición de los recursos turísticos y artísticos de todos ellos.

jueves, 13 de mayo de 2010

TRES LIENZOS DEL PINTOR JOSÉ MORENO PARA EL RETABLO DEL SANTÍSIMO CRISTO DE LA SANGRE DE TORRIJOS


El hospital de la Santísima Trinidad de Torrijos (Toledo) es una venerable fundación patrocinada por los señores de Maqueda, don Gutierre de Cárdenas (Ocaña ¿? - Alcalá de Henares, 1503) y su mujer doña Teresa Enríquez (Valladolid, hacia 1450 – Torrijos, 1529), hija natural del Almirante de Castilla(1). De él se conservan hoy un patio renacentista y la iglesia, que básicamente se erigió sobre el espacio de una antigua sinagoga, a la que se añadió a lo largo del primer tercio del siglo XVI una cabecera gótica poligonal de cinco paños que conforma en la actualidad el presbiterio. Presenta una nave única con dos importantes adicciones en las que tienen cabida, por el lado sur, la sacristía y la capilla de Santa Ana, con ornamentación geométrica de estilo clasicista; y, por el lado este, un camarín adosado a la cabecera, obra de la segunda mitad del siglo XVIII. De menor empaque arquitectónico es la capilla de la Soledad que se abre en el muro norte, superado con creces por su importancia para la devoción y el arte de Torrijos. Vinculada a la familia Cebreros, para este reducido espacio y para la Hermandad de la Preciosa Sangre de Nuestro Señor Jesucristo don Francisco de Cebreros envió desde Méjico la imagen del Santísimo Cristo de la Sangre, una importante obra de escultura hispanoamericana, cuyo estilo y técnica la emparenta con otras imágenes semejantes realizadas en lo fundamental a base de caña y pasta de maíz (“pasta de Michoacán”), a la que se añaden colas y papel, además de los pigmentos de policromía y los aceites para el abrillantado final. El resultado final son imágenes de tamaño natural y escaso peso, lo que facilita enormemente su traslado(2).

El culto a la imagen del Cristo de la Sangre fue creciendo, especialmente después de que en 1711 la Hermandad del Santísimo Cristo de la Sangre se escindiera de la Preciosa Sangre, arrastrando con ella a la imagen y a sus devotos(3). Experimentó un nuevo auge a mediados del siglo XVIII, buscándose por entonces el reconocimiento canónico de varios milagros y realizando varias obras en la iglesia que se centraron fundamentalmente en la decoración pictórica del presbiterio y en la construcción del camarín (hacia 1765), ésta promovida por doña Ana de Silva Sarmiento, duquesa de Arcos, Maqueda, Nájera y Baños(4), que conllevó la reforma del cuerpo principal del retablo para permitir la contemplación del Cristo de la Sangre desde la iglesia.

Los andamios colocados para la reciente restauración de la iglesia (2007-2008), centrada en la limpieza de la bóveda, que ha desvelado un conjunto pictórico de ángeles pasionarios y motivos ornamentales, y en las pinturas murales de los paños laterales del presbiterio, también ha permitido contemplar de cerca y comprobar que la pintura de la Santísima Trinidad que corona el ático del retablo barroco está firmada por el pintor madrileño José Moreno y fechada en 1667. Por su estilo, también pueden atribuirse a Moreno los pequeños lienzos de San Miguel arcángel y de San Agustín que decoran las partes altas de las calles del evangelio y de la epístola respectivamente(5).

Los tres lienzos se enmarcan en un retablo de estilo barroco, realizado en madera dorada, compuesto por un sotabanco con banco, un cuerpo y un ático en remate semicircular, y estructurado en tres calles mediante columnas salomónicas ceñidas por sarmientos de vid. Aunque no debió de ser así en origen, hoy la calle central se abre en arco rebajado hacia el camarín del siglo XVIII para permitir el acceso visual a la imagen del Santísimo Cristo de la Sangre que preside el retablo. Por curioso que parezca, se desconoce cual fue la imagen que originariamente presidió este retablo. Debió de ser un Ecce Homo, un Cristo atado a la columna u otro Crucificado, pues la policromía seiscentista de las jambas de la hornacina lucen emblemas de la pasión. Entre las columnas de las calles laterales hay repisas con esculturas que se identifican comúnmente con San Pedro y San Pablo, si bien carecen de atributos evidentes y la supuesta de San Pedro lleva vestiduras de San Nicolás de Bari. En su parte alta hay dos lienzos casi cuadrados de San Miguel y San Agustín, que a lo largo del siglo XX han cambiado de posición, según puede apreciarse en algunas fotografías antiguas. En el ático, la decoración está compuesta por un lienzo de la Santísima Trinidad entre los lunetos con decoración de roleos vegetales del medio punto.

Aun cuando la fundación del hospital se hizo bajo la advocación de la Santísima Trinidad, la creciente devoción al Santísimo Cristo de la Sangre explica el resto de la decoración del presbiterio, en cuya bóveda han quedado al descubierto unos gruesos angelotes barrocos e instrumentos de la pasión de Cristo. Los muros presentan unas vistosas pinturas murales con grandes perspectivas arquitectónicas que horadan visualmente los muros y los abren a través de balaustradas hacia el exterior. Entre sus columnas y escalinatas se pintaron escenas de la pasión de Cristo, algunas completamente perdidas, de modo que hoy sólo se pueden apreciar las escenas del Ecce Homo en el lado del evangelio y la de Cristo camino del Calvario se encuentra con su madre, en el lado de la epístola; e intuir otras a través de figuras fragmentarias como la Flagelación. En el luneto sobre la escena del Ecce Homo se identifica a San Juan Evangelista, resto de un conjunto de evangelistas, muy deteriorados, que también formaron parte de este conjunto iconográfico de argumento pasionario acorde con la devoción al Cristo.

Estas pinturas murales presentan un estilo ampuloso y escenográfico, distinto del de los lienzos de José Moreno y muy propio del Barroco de la primera mitad del siglo XVIII, periodo a lo largo del cual debieron realizarse.



De los tres lienzos de José Moreno el más importante es sin duda el de la Santísima Trinidad, que presenta en el borde inferior derecho una firma semioculta bajo la moldura del retablo en la que con la fotografía a la vista hecha desde el andamio de la restauración sólo es posible leer:“Jhp moreno, ft,/...667”, siendo probable que también conste en ella la expresión “año de” y el número uno correspondiente al millar. No fue posible tomar sus medidas, debido a que el andamio estaba despegado del plano del retablo, pero se trata de un lienzo de grandes proporciones, en estado intacto, con un bastidor original muy ligero, cuyo formato horizontal queda visualmente delimitado, aunque no cortado, por el trazado curvilíneo de las molduras del arco y del remate del retablo. En un escenario de gloria cuajado de nubes de color blanquecino dorado, Moreno trazó una composición simétrica con la paloma del Espíritu Santo en el centro, flanqueada por las figuras de Dios Padre y de Cristo resucitado, ambos sentados, con cetros y acompañados por ángeles con globos terráqueos cristalinos. La pintura demuestra perfectamente el estilo de Moreno, tanto en el dibujo ondulante de los contornos de las figuras, como en la caracterización fisonómica de las figuras o en el colorido suave, dominado por tonos nacarados para la anatomía del desnudo de Cristo y los blancos, azules y carmines rosáceos para las vestimentas de las figuras. La facilidad que Moreno mostró en toda su obra se aprecia en el modo de resolver con pinceladas redondeadas y ampulosas la forma del Espíritu Santo, semejante a las palomas que aparecen en otras pinturas suyas. La cabeza de Dios Padre es semejante a la de Zacarías de la Visitación que fechó en 1662 (Madrid, Museo Nacional del Prado) (6).

La pintura es un excelente ejemplo del quehacer de los pintores jóvenes de la escuela de Madrid en la década de 1660, atentos tanto a la asimilación de las novedades técnico-estilísticas flamencas y venecianas, como a su interpretación por los grandes pintores del momento como Francisco Herrera el Mozo, Francisco Rizi y Juan Carreño de Miranda. En este sentido, aunque la pintura de Moreno en su interpretación esencial del tema de la Trinidad pueda evocar la Trinidad pintada por Antonio de Pereda hacia 1659 para el ático del retablo mayor del Carmen Calzado de Madrid (hoy parroquia del Carmen y San Luis de Madrid)(7), en realidad guarda estrecha relación con una de las más famosas pinturas del momento como es la Fundación de la Orden de la Santísima Trinidad o Primera misa de San Juan de Mata (París, Museo del Louvre), obra concluida por Carreño de Miranda en 1666. Este cuadro destinado a los Trinitarios de Pamplona contó con una gestación compleja, fruto de la feliz colaboración entre Francisco Rizi y el propio Carreño de Miranda, y perfectamente documentada gracias a la existencia de un dibujo previo de Rizi (Florencia, Uffizi) y de un boceto de Carreño (Viena, Academia de Bellas Artes)(8). Puede que Moreno conociera el boceto de Viena o que viera el cuadro destinado a los Trinitarios de Pamplona, pero la composición de la Santísima Trinidad del Santísimo Cristo de la Sangre de Torrijos se atiene al dibujo de Rizi en el significativo detalle de disponer erguida la cabeza de Dios Padre. Quiere esto decir que uno o dos años después de que el proyecto para los Trinitarios de Pamplona se hubiera concretado en el dibujo y en el boceto citados (hacia 1665-1666), José Moreno volcó parte de sus enseñanzas en la Santísima Trinidad (1667) del retablo de Torrijos, interpretándolas con un estilo plenamente barroco y un colorido cristalino.

Los lienzos de San Miguel arcángel y San Agustín (9) son obras de carácter menor y a simple vista no parece que estén firmadas. No obstante, sus modelos humanos denotan el refinado sentido del color y la delicadeza del estilo de José Moreno. Ambas vienen a completar un sencillo programa iconográfico sobre el misterio de la Santísima Trinidad, titular del hospital, y en este sentido es ajeno a la presencia del Santísimo Cristo de la Sangre, aunque no a cualquier otra imagen de Cristo. En el lado del evangelio se representa a San Miguel arcángel de frente, con las alas explayadas y la vista hacia lo alto como buscando a la Trinidad situada en el ático. Lleva en la mano izquierda una balanza con los platillos descompensados, cargados con una especie de esferas poco definidas, pero con las que evidentemente se alude al juicio final y al peso de las almas y de los méritos contraídos por los hombres en la tierra, con el consiguiente castigo o premio en la vida eterna, cuyo final cristiano es la contemplación de Dios uno y trino en la gloria.

La correspondencia espacial dentro del retablo entre la posición en lo alto de la Santísima Trinidad y la vista elevada de San Miguel arcángel no es tan clara en el caso del lienzo de San Agustín, colocado en el lado de la epístola, representado lateralmente y con la vista hacia lo alto, pero hacia fuera del retablo, de modo que su mirada se dirige hacia la luz natural de los ventanales del muro sur de la iglesia. La explicación está en algunas fotografías antiguas, en las que imágenes y cuadros se ven cambiados de lado (10). El santo está caracterizado como obispo de Hipona, con mitra, báculo y hábito negro, de modo que el mayor interés de la composición queda centrado en la viveza del gesto y en la fina mano sobre el pecho. La presencia de San Agustín en el contexto iconográfico del retablo tiene que ver con sus esfuerzos intelectuales por comprender el misterio de la Santísima Trinidad y de sus tres personas distintas (Padre, Hijo y Espíritu Santo) en un sólo Dios verdadero, esfuerzos expresados en su tratado De Trinitate (11).

Por su fecha, los lienzos del retablo del Santísimo Cristo de la Sangre de Torrijos se sitúan entre los más antiguos conocidos de José Moreno y en un periodo de grandes discontinuidades cronológicas en la vida y obra del pintor. Les precede una Adoración de los Reyes Magos, fechada en 1660 (colección particular), y la Visitación de 1662 (Madrid, Museo Nacional del Prado) (12).

Gracias a que el lienzo de la Santísima Trinidad está fechado en 1667 se puede pensar que el retablo mayor se construyó poco antes, siendo el dorado del retablo y los lienzos de Moreno la culminación de esta fase de embellecimiento de la iglesia.

Ismael Gutiérrez Pastor
Departamento de Historia y Teoría del Arte. UAM.

NOTAS:

(1) Manuel de Castro y Castro, O.F.M. La loca del Sacramento y Gutierre de Cárdenas. Toledo, 1992. Julio Longobardo Carrillo, Jesús Sánchez de Haro, Justiniano de la Peña Carbonero, Javier Buitrago Maselli, Fernando Alcántara García. Cofradías y Hermandades en la Villa de Torrijos. Toledo, 2008, pp. 89-94.
(2) La de Torrijos mide 2,02 metros de alta y pesa poco más de 8 kilos. (Longobardo Carrillo et alii, op. cit., 2008, p. 109).
(3) Longobardo Carrillo et alii, op. cit., p. 95.
(4) Ibidem, pp. 103 y 144. La misma duquesa encargó a Juan Fernando Palomino en 1779 una plancha para imprimir estampas que representa el retablo del Santo Cristo rodeado de varias escenas con milagros. Julio Longobardo Carrillo, Jesús Sánchez de Haro, Justiniano de la Peña Carbonero, Javier Buitrago Maselli, Fernando Alcántara García. Cofradías y Hermandades en la Villa de Torrijos. Toledo, 2008.
(5) Agradezco a Jesús Sánchez de Haro la comunicación del hallazgo y la ocasión de estudiar estas pinturas.
(6) Ismael Gutiérrez Pastor, “El pintor José Moreno (c. 1630/1637 – 1677): revisión de su vida y nuevas obras”, en Anuario del Departamento de Historia y Teoría del Arte (Universidad Autónoma de Madrid), vol. XVII, 2005, p. 71, fig. 3.
(7) Diego Angulo Iñiguez – Alfonso E. Pérez Sánchez. Historia de la Pintura española. Escuela madrileña del segundo tercio del siglo XVII. Madrid, 1983, p. 198, nº 91 y lámina 204.
(8) Véanse las tres imágenes en Alfonso E. Pérez Sánchez, Carreño, Rizi, Herrera y la pintura madrileña de su tiempo (1650-1700), catálogo de la exposición, Madrid, Museo del Prado, Palacio de Villahermosa, 1986, p. 42 (dibujo de Rizi), p. 43 (lienzo del Louvre) y p. 208 (boceto de la Academia de Viena).
(9) Óleos sobre lienzo, con respaldo de tabla, 54 x 48 cm.
(10) Véase alguna de estas fotografías en el libro de Longobardo Carrillo et alii, op. cit., 2008, p. 100.
(11) Félix García, O.S.A. “28 de agosto. San Agustín”, en Lamberto de Echeverría y Bernardino Llorca, S.I., Año cristiano, III, julio-septiembre. Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1966 (segunda edición), pp. 488-498.
(12) Gutiérrez Pastor, op. cit., p. 71.

sábado, 1 de mayo de 2010

3 DE MAYO, DIES CRUCIS


“Estamos a treinta
del Abril cumplido,
mañana entra Mayo
de flores vestido”

Así comienzan y suenan, en multitud de lugares de nuestra geografía, los Mayos a la Virgen, prólogo del Mes de las Flores, del Mes de María, de las Fiestas del Stmo. Cristo de la Sangre o las tradicionales Cruces.

En Torrijos, la Fiesta de la Cruz de Mayo se remonta al siglo XVII, con la fundación de la Cofradía de la Santa Cruz el 6 de mayo de 1625.

Los esclavos de la Santa Cruz, Juan Fernández de Cevallos, rector y esclavo mayor; Francisco González y Francisco Rodríguez, mayordomos; Pedro Martín, Juan Pajares, Francisco Fernández Carrión y Juan Muñoz, Hernando López Hermoso, diputados, firman un poder ante Juan de Orozco con las ordenanzas de la nueva cofradía para su aprobación por el Consejo Arzobispal, quienes reciben la confirmación el 10 de Mayo de 1625.

Solicitada ante la Santa Sede su aprobación canónica, dos años después, concretamente el 15 de Mayo de 1627 (Idus Maii) la cofradía de la Santa Cruz recibió la confirmación de su fundación con la bula “Caelestis thesauros” del Papa Urbano VIII.



La traducción de dicha bula sería de esta manera:

Urbano obispo, siervo de los siervos de Dios, a todos los fieles cristianos que lean estas letras. Salud y Bendición Apostólica.

Y esto lo hemos tenido presente al ser informados de que en la parroquia de San Gil de la villa de Torrijos, diócesis de Toledo, existe una piadosa Cofradía de fieles, canónicamente erigida bajo la advocación de la Santa Cruz, a la que pueden pertenecer personas de cualquier profesión, quienes siempre se han distinguido en numerosas obras de caridad, piedad y misericordia.

Nos, deseando que los cofrades, mientras existan, se estimulen en el ejercicio de piadosas obras y crezcan en la práctica de las mismas en el futuro, y en esto otros fieles encuentren aliciente para pertenecer a dicha Cofradía, y ésta misma pueda mantenerse con la debida veneración y sea frecuentada con cultos convenientes, y para que los fieles confluyan con tanto mayor grado, cuanto mayor es el cúmulo de gracias con que se les favorece.

Por la misericordia de Dios omnipotente y apoyados en la autoridad de los apóstoles Pedro y Pablo, concedemos INDULGENCIA PLENARIA y la remisión de todos los pecados a todos y cada uno de los fieles de ambos sexos que entren en lo sucesivo en dicha Cofradía, y en el día de su ingreso reciban al Santísimo Sacramento verdaderamente arrepentidos y confesados. Y a todos los cofrades en peligro de muerte, tanto a los que ya lo son como a los que lo serán en el transcurso del tiempo, que verdaderamente arrepentidos, y si es posible confesados y comulgados, o al menos habiendo hecho un acto de contricción, pronuncien el nombre de Jesús de corazón si no pueden hacerlo con los labios, o hagan otro signo de arrepentimiento.

Además, a los mismos cofrades, verdaderamente arrepentidos, confesados y habiendo comulgado, que visiten devotamente la referida iglesia en la festividad de la Invención de la Santa Cruz (3 de mayo), desde la víspera por la tarde hasta la caída del sol del día de la fiesta, y rueguen allí por la exaltación de la Santa Madre Iglesia, por la conversión de los herejes, por la paz, unión y concordia entre los príncipes cristianos, y por la salud del Romano Pontífice, concedemos INDULGENCIA PLENARIA y la remisión de todos los pecados.

A todos los cofrades que en las mismas condiciones anteriores visiten devotamente la dicha iglesia el día de la Santa Cruz, el día del Corpus Christi, Natividad de San Juan Bautista (24 de junio) y el día del Triunfo de la Santa Cruz (14 de septiembre) y rueguen según lo establecido anteriormente, concedemos SIETE AÑOS DE INDULGENCIA por cada vez que lo hicieran.

CUARENTA AÑOS DE INDULGENCIA cuantas veces asistieran los cofrades a los Oficios Divinos en esa iglesia, o fueran en peregrinaciones públicas o privadas, lo mismo por otras obras piadosas, procesiones ordinarias o extraordinarias hechas con licencia del Ordinario, a los que asistieran a los oficios mortuorios, a los que hicieran la paz con enemigos propios o ajenos, y a los que por estar impedidos no lo pudieran hacer, si, una vez oída la campana, rezan de rodillas el Padre Nuestro y el Ave María por el mismo enfermo.

CINCO AÑOS DE INDULGENCIA a los que rezando el Padre Nuestro y el Ave María, recibieran en su casa a los peregrinos pobres o ayudaran con sus limosnas los sufragios a favor de los cofrades difuntos. Así mismo a cuantos enseñen la doctrina cristiana
.


La Cofradía de la Santa Veracruz, junto con la Archicofradía del Santísimo Sacramento, son las dos únicas hermandades torrijeñas con aprobación de la Santa Sede, y por tanto, podrían utilizar el título de Pontificias.


Feliz Fiesta de la Cruz de Mayo