sábado, 13 de marzo de 2010

NUESTRA SEMANA SANTA


Dentro de pocos días dará comienzo la Semana Santa en Torrijos, donde las cofradías han tomado un protagonismo casi único. En ellas se rememora la Pasión y Muerte de Cristo por medio de una penitencia pública, elementos constitutivos de este tipo de cofradías en su aparición durante el primer cuarto del siglo XVI.

En aquella época tan lejana para Torrijos, el Jueves Santo por la mañana se celebraba la Misa en la parroquia de San Gil, donde se repartía la comunión. Por la tarde en el Hospital de la Trinidad el sermón del mandato, en la que se procedía a lavar los pies a doce personas. Ya por la noche, después de las Tinieblas, se celebraba la procesión de disciplina, todos con túnicas blancas, cirios encendidos y las imágenes de Cristo.

El Viernes Santo era día de luto. No se celebraba la Eucaristía, no se daba la paz en los Oficios Litúrgicos, se comulgaba lo consagrado el día anterior, el color litúrgico era el negro, rigurosamente negro, no se tocaban los instrumentos musicales en las ceremonias, los Oficios comenzaban en riguroso silencio, de rodillas todos los fieles y postrados los celebrantes ante el altar… Por la tarde se rezaba el sermón de la Soledad de Nuestra Señora y después tenía lugar la procesión con las imágenes del Santo Sepulcro y Ntra. Sra. de la Soledad.

El Sábado Santo al anochecer, desde la parroquia de San Gil, salía en procesión la imagen de la Virgen de la Concepción hasta la Colegiata, donde se celebraba una misa. Durante la ceremonia se bendecía el cirio, se descubría el retablo mayor (tapado desde el Jueves) y se cantaba el Gloria in excelsis con el sonido del órgano y el toque de todas las campanas.

La Pascua de Resurrección, que es la fiesta mayor de la Cristiandad, se celebraba ese día y los dos siguientes con toda solemnidad. Después de maitines, a media noche, se realizaba una procesión por el interior de la Colegiata con la imagen enlutada de Ntra. Sra. de la Concepción. Salía detrás el Santísimo Sacramento, bajo palio, con tres paradas en los mismos altares que se colocaban para dicha celebración. En cada estación se tocaba el órgano y se decía un motete, al que respondía el coro con el Aleluya. En el momento del encuentro se descubría la Virgen del traje negro para continuar con la procesión dentro de la iglesia.

De esta manera tan singular se celebraba en nuestro pueblo la Semana Santa. En la actualidad, con unos ritos y procesiones muy similares a las de entonces, podemos encontrar varias cofradías de Semana Santa, además de varios movimientos asociativos para su futura incorporación a este nutrido grupo de hermandades, que iremos desgranando poco a poco.

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